El flúor, los metales pesados y los microplásticos contaminan el agua potable y los garrafones comerciales, exponiéndote a sustancias tóxicas que afectan tu sistema nervioso, endocrino y renal. El flúor, conocido por su neurotoxicidad, puede reducir el coeficiente intelectual (IQ) y alterar la función tiroidea, mientras que los metales pesados como el plomo y el mercurio se acumulan en tu cuerpo, provocando daño celular y enfermedades crónicas.
A esto se suman los microplásticos, partículas invisibles que terminan en el agua que bebes y pueden provocar alteraciones hormonales y daños a largo plazo. Si crees que el agua embotellada es segura, piénsalo de nuevo: estudios han encontrado miles de partículas plásticas en cada litro de agua de garrafón. Membrana de ósmosis inversa
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